3,OOO MUERTOS EN ACAPULCO
Por Jesús Silva Herzog Márquez
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Anda en redes un video para
hacer consciente a la población sobre una mentira del Partido Morena y del
presidente López. Fue realizado por la agencia NOAA de USA, sobrevoló Acapulco
y los 14 ejidos destruidos dónde nadie sobrevivió, se calculan tres mil
muertos.
El panorama es apocalíptico,
no hay agua y los cadáveres en descomposición, causarán una epidemia, con lo
que se prevé los muertos van a aumentar. Mientras que los víveres de ayuda se
mandan a Cuba, en Acapulco no hay agua y hay todo esto... Crimen de lesa
humanidad por el gobierno mexicano.
No es fácil encontrar paralelo
en nuestra historia a la tragedia que vive Acapulco. Ningún desastre natural
que recuerde ha tenido y tendrá un impacto tan devastador como Otis. No
solamente es la muerte y la devastación del huracán, sino lo que éste dejará en
los próximos años.
El huracán fue un golpe al
corazón del puerto, a su base de sustento, a sus fuentes de vida.
Se hará pronto el inventario
de pérdidas gigantescas. Lo que viene es muchísimo peor. Un puerto que vive de
sus visitantes estará imposibilitado de recibir a nadie.
Lo que hemos visto es
inenarrable: la naturaleza que hace volar muros y cuerpos, que desbarata
edificios como si fueran papel, que bombardea una ciudad como si fuera blanco
de guerra. Todo huracán avisa. No es, como los terremotos, un golpazo sin
anuncio.
Los vientos dan siempre
señales de su llegada. Es cierto, no notifican el momento exacto de su arribo
ni la fuerza precisa con la que azotan. Pero dan señales. Y Otis había avisado
que era un peligro serio.
Los habitantes, los turistas
no tuvieron la información que les habría permitido confrontar la agresión de
la naturaleza de mejor manera. Con su silencio, las autoridades invitaron a
desestimar el impacto del viento.
¡Cuánta responsabilidad carga
el gobierno por no alertar lo que venía!
El gobierno no sopló para
reventar vidrios y volver inhabitables las casas de Acapulco. No es responsable
del huracán, pero lo es sin duda de la falta de preparación y lo es aún más por
la respuesta ante la desgracia.
No gritó, como debía haberlo
hecho, no timbró las alarmas que habrían salvado vidas y patrimonios. Abandonó
a una ciudad como ha abandonado a un estado. Morena no es responsable del
huracán. Es responsable, en primer lugar, de haber dejado a Guerrero sin
gobierno.
¿Dónde ha estado la
gobernadora durante estos días? Morena es responsable del vacío político en el
estado. No debe ponerse en abstracto la responsabilidad. La gobernadora que
padece Guerrero es consecuencia de un capricho sin restricciones y del
resentimiento como impulso de acción política.
Andrés Manuel López Obrador es
responsable de que Evelyn Salgado "gobierne" Guerrero y, por lo
tanto, del abandono que su nulidad implica. Otis exhibe los límites de la
política entendida como teatro.
¡Qué ridículo, qué ofensivo es
montar espectáculos cuando hay muerte y desolación! La mermelada y los venenos
del demagogo no tienen nada que ofrecer ante una desgracia como la que azota a
Acapulco. El regreso a su resorte de hostilidades es un insulto cuando urge
atender una emergencia.
Cuando hay tantos sin techo,
cuando hay tantísimos sin comida y sin agua, cuando el trabajo ha desaparecido
quizá por siempre, un Presidente enclaustrado en sus patológicas obsesiones se
empeña en cazar enemigos, en lugar de convocar a la cohesión, a la solidaridad,
a la ayuda.
La insensibilidad presidencial
merecería un diagnóstico psiquiátrico. Lo que vemos ante cada desgracia es a un
narcisista que es incapaz de acompañar un dolor que no pueda rentabilizar. El
Presidente no acompaña a los dolientes, no los toca, no los ve. Dice que el
contacto con el reclamo es indigno de su alta investidura. El Presidente viaja
a Acapulco para no ver Acapulco.
En el chusco recorrido de una
mala película cómica, se desplaza a Acapulco para no acompañar el sufrimiento
de los acapulqueños, para no oír a los acapulqueños. El Presidente publicitó el
desplante de su incompetencia, cuidándose de no perder el tiempo escuchando a
las víctimas y confrontar directamente la magnitud de la desgracia.
El populismo puede ser hábil
para representar el conflicto, pero suele ser torpe para atender la emergencia.
Su respuesta ante la pandemia fue criminal y su reacción ante huracán lo es
también. En lugar de atender con celeridad la crisis, la Presidencia vuelve al
conflicto que usa como sabanita de certidumbre emocional.
¿Qué líder encara una crisis
del tamaño de la que vive Acapulco gruñendo contra los críticos? La necesaria
convocatoria de cohesión y de unidad, se convierte de inmediato en repulsa a la
solidaridad autónoma y un embate furioso contra los críticos. Otis exhibió las
varillas del lopezobradorismo. Su demagogia esconde incompetencia e
insensibilidad. Su retórica popular disfraza una perversa centralización
militarista.
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